jueves, 22 de agosto de 2013

Llorar

Ponerte delante del papel en blanco con el bolígrafo en la mano dispuesta a vaciar tu cabeza. Entonces aquella melodía comienza a sonar, inundando la habitación entera con el sonido del piano. De pronto, sin saber por qué narices, los ojos comienzan a humedecerse y las lágrimas comienzan a resbalar por tus mejillas. Te resistes a ellas a pesar de que te nublan la vista, hasta que finalmente, rendida cierras los ojos y te dedicas a escuchar la suave melodía mientras lloras en silencio, todavía sin saber lo que causa esas lágrimas. Te puedes repetir mil veces el por qué, pero hay ocasiones en las que no hay un por qué, no hay una causa concreta por la que ahora mismo tus sentimientos hayan decidido salir a flor de piel y tus ojos se estén desbordando, haciéndote moquear. Simplemente es la frustración en general, probablemente el miedo. Prueba entonces a dejarte llevar por el llanto, porque cuando este cese, cuando las lágrimas se hayan secado en tus ojos, podrás respirar profundamente, sintiendo todo el aire entrar y salir.

martes, 5 de marzo de 2013

Es estar ahí



La habitación está en completo silencio. Ella está tumbada frente a mí. Con sus brazos se cubre el rostro y su mirada está clavada en las sábanas, mientras su mente se encuentra a kilómetros de aquí. La miro y quiero acercarme a ella, no de una manera física, no solo el hecho de abrazarla, sino de poder ayudarla.
Sé todo lo que ha tenido que sufrir, conozco mejor que mucha otra gente por todo lo que ha tenido que pasar.
Me acurruco sobre ella y acaricio su pelo. Permanece totalmente inmóvil, no mueve un solo músculo no dice una sola palabra. Empiezo a temer que vuelva la chica que era hace unos meses, porque sé que esa chica está luchando por volver a salir. Aquella chica que se envolvía en una coraza y no permitía que nadie absolutamente la penetrara, aquella que no era capaz de enfrentar lo que le sucedía; aquella que se escondía de todo. Ahora está intentando ser fuerte, tratando de no dejar escapar ninguna lágrima.
No digo nada. Sé que nada de lo que diga puede cambiar lo sucedido, así que me limito a abrazarla. No soporto verla en esta frustrante situación. Es cuando mis brazos la rodean cuando parece reaccionar, vuelve a la realidad. Levanta la mirada y clava sus ojos llorosos en mí. Yo la miro y beso su frente. Es entonces cuando ella se derrumba. Hunde su rostro en mi pecho y comienza a llorar. La abrazo más fuerte y trato de consolarla.
Porque supongo que el amor es eso, es estar ahí para verla reír, pero también es estar ahí para verla llorar.

domingo, 7 de octubre de 2012

Lo que ocurra después no importa


Aterrizó con el máximo sigilo posible sobre el tejado. Se deslizó silenciosamente hacia la ventana de su habitación, que para su sorpresa permanecía abierta. Se coló por ella. Permaneció unos segundos inmóvil frente a la cama observando cómo dormía plácidamente. Plegó sus alas y se arrodilló frente a al colchón. La observó con nostalgia como si pudiera desaparecer en cualquier momento, como si con solo tocarla ella se esfumaría. Alargó su mano para acariciar su piel. Tocó sus mejillas rosadas y su pelo revuelto. Ella se percató de su roce y abrió los ojos ligeramente. Se encontró con aquellos ojos casi rojizos, pero que la miraban de una forma que nunca antes había visto en él.
Ambos permanecieron en silencio mientras Daemon le acariciaba la mejilla. Hacía poco más de una semana que Danya le había echado de su habitación y desde entonces no habían vuelto a verse. ¿Qué hacía entonces él allí?
Daemon se inclinó sobre ella dispuesto a besarla pero se detuvo a escasos centímetros de sus labios, dudoso. Danya deseó que terminara la acción, sin embargo, otra parte de ella le pedía a gritos que lo apartara de él. Aquello iba a ser mucho más doloroso de lo que se había imaginado en un principio.
Ella permaneció inmóvil, esperando que si él lo quería acabara su acción. Finalmente Daemon juntó sus labios con los de ella. Los movió con delicadeza, tratando de besarla con la máxima ternura posible.
Ella se sorprendió de aquel dulce beso. Esperaba algo pasional como él solía ser, no aquella delicadeza con la que le besaba. Sus labios se movieron por sus mejillas, sus párpados cerrados, su frente, su pelo; hasta que depositó un pequeño beso sobre la punta de su nariz que la hizo sonreír.
-Sé que lo que voy a decir es muy egoísta –murmuró él rompiendo aquel sosiego que se había creado-, pero… no te vayas –hizo una leve pausa y cerró los ojos, parecía que aquellas palabras le costaban más de decir de lo que quería aparentar-. No te quiero perder.
Los ojos de Danya se anegaron en lágrimas mientras le observaba. Se incorporó y dejó que él se arrimara sentándose sobre el colchón.
-Sé que no he sido el chico que tú querías –continuó-. Sé que probablemente te he defraudado mucho más de lo que creo, pero no te quiero perder, Danya.
Esta le observó con asombro. Durante varios segundos ninguno dijo nada. Ella se arrimó a él y le rodeó la cintura con sus brazos hundiendo su rostro cubierto de lágrimas en su pecho. Daemon se mantuvo unos segundos quito con los brazos colgando a ambos lados de su cuerpo. Finalmente la rodeó y la estrechó contra él mientras sumergía el rostro en su pelo, impregnándose de su olor.
Permanecieron durante minutos así, uno abrazado al otro, sin decir una sola palabra. Nunca antes él la había abrazado de esa forma.
Daemon suspiró con resignación.
-No sé lo que estoy diciendo. No me hagas caso.
Danya se separó de él para mirarle a los ojos, temiendo que retirara todo lo dicho.
-Soy un auténtico egoísta, pero no pienso permitir que te quedes conmigo.
Ella le miró sin entender.
-Lo que tienes que hacer es irte, no debería querer retenerte. De hecho puede que lo peor que podría hacer por ti es eso.
-¿Y si yo decido quedarme contigo?
-No te dejaría.
-¿Y si me diese igual lo que tu me dejaras hacer o no?
-Te obligaría a que te fueras.
-Si eres tan egoísta, ¿por qué lo haces? ¿Por qué no me haces quedarme contigo aunque lo mejor sea que me vaya?
-Porque sería incapaz de elegir lo peor para ti.
-¿Cómo sabes que será lo peor para mí?
-Oh, vamos. ¿Cielo o infierno? Nadie absolutamente dudaría en elegir entre una cosa u otra.
-Yo sí –dijo con firmeza.
-¿Por qué?
-Por ti. Porque hasta hace una hora estaba dispuesta a alejarme lo máximo de ti posible y porque en tan solo unos minutos has derrumbado en muro que trataba de construir entre nosotros. Y porque me he enamorado de ti. Eso ya lo sabes, sé que nos escuchabas desde el tejado, por eso estás aquí, por eso me abrazas de esta forma, por eso me besas con ternura.
-Porque sé que es lo que buscas, y que yo no te lo he dado.
-Sigo estúpidamente enamorada de todas formas. Y después de lo de esta noche no puedes esperar que me aleje de ti sin más.
-Es justo lo que espero –cogió el rostro de ella entre ambas manos y le besó-. Yo solo quiero disfrutar contigo de estas semanas que me quedan antes de que te vayas de mi lado. Lo que ocurra después no importa.

sábado, 6 de octubre de 2012

Todo esto me resulta un auténtico delirio


Todo esto me resulta un auténtico delirio. Todas estas calles abarrotadas de gente, apenas se puede caminar. Esa mezcla irrefrenable que te inunda por completo, todas esas excesivas fragancias a especias. Entre estas calles parece que los cinco sentidos experimentan la mayor de las sensaciones. Los aromas te empapan de mil emociones. Sus elegantes y coloridas vestimentas femeninas te sumergen en un mundo de colores. La música procedente de algún punto concreto del mercado resuena en mis tímpanos y hace que mi cuerpo entero sienta ganas de bailar. Esa comida picante que hace que me arda la boca, pero que me encanta. Y mi mano paseando sobre las telas que cuelgan de los tenderetes, sintiendo con mi tacto nuevas texturas.

Le dedico una radiante sonrisa a Adam, que camina silenciosamente a mi lado. A diferencia de mí, que observo el lugar con emocionante expectación, él recorre con la mirada, sin demasiado interés, las pequeñas tiendas que se extienden a ambos lados.
Todo esto me parece paradójico. Yo, una chica de origen indio, pero que toda su vida ha vivido en Inglaterra. Él, un chico de origen inglés, pero que desde apenas los seis años vive en este inesperado lugar.
Dejando el mercado atrás nos adentramos en la solitaria playa. Nos alejamos hacia los grandes pedruscos que crean un saliente, donde el agua de las olas impacta con fuerza contra las rocas. Nos acomodamos uno junto a otro, en silencio. Respiro el aroma del mar, ese olor inconfundible, y observo el sol acercándose al horizonte, tiñendo el cielo de un naranja rojizo que te envuelve.
-¿En qué piensas? –me pregunta él en un susurro, con miedo de romper el ambiente silencioso que nos rodea.
-En muchas cosas –contesto-. Llevo un mes aquí y cada cosa que veo me sigue sorprendiendo como el primer día –hice una larga pausa-. Recuerdo que cuando era una niña me encantaba probarme los vestidos hindúes que tenía mi madre. Había uno de mi hermana color azul que me apasionaba. Me lo probaba y me imaginaba aquí, en la India; soñaba que me casaba y que todo era perfecto aquí –salgo de mi ensimismamiento-. Pero entonces era solo una niña, ahora me doy cuenta de que todo no son vestidos llenos de colores y bailes eufóricos. De un solo paso puedes pasar de lo lujoso a la misma miseria, y el corazón se me encoge de verlo.

jueves, 23 de agosto de 2012

El aquí y ahora


Hay veces en las que uno no sabe qué sentir. Esos días en los que uno se siente confuso consigo mismo. A veces simplemente se deja correr, otras tu cabeza le da mil vueltas al problema. Pero, ¿por qué no únicamente olvidarse de lo ocurrido? ¿Por qué no dejarlo atrás? Muchas veces sentimos miedo de lo que ocurrirá en un futuro, otras deseamos paralizarnos en el pasado, en ese recuerdo que nos hace tan felices. Sin embargo, lo que debemos hacer es vivir el presente. ¿Por qué preocuparnos por el qué pasará?, si ni siquiera ha ocurrido. ¿Por qué preocuparnos por lo que pasó?, si ya no vas a recuperar ese momento que tal vez fue malo. Sí, duele dejar el pasado atrás, sobre todo esos minúsculos momentos que nos han hecho sentir tantísimo. Pero es lo que se debe hacer, es dejarlo en un rincón de tu mente y simplemente recordarlo como algo bueno. Como algo que te conmovió. El aquí y el ahora, eso es de lo que debemos vivir. Y será entonces cuando seamos felices, sin necesidad alguna de preocuparse por cosas que no estás viviendo.

lunes, 20 de agosto de 2012

Los polos opuestos no se atraen lo suficiente


Cuando te conocí pensé que eras un auténtico imbécil. Tan solo necesitaba dos palabras para describirte, engreído e hipócrita. No era difícil captar cómo eras, verte en aquel Mercedes plateado era suficiente, o escuchar de qué manera hablabas con tus amigos en la cafetería.
Todavía recuerdo cuando te acercaste a la barra la primera vez para pedir tu habitual capuchino y cómo te contesté ante tus arrogantes intentos de ligar. Sabía que tus encantos conmigo no iban a funcionar, pertenecíamos a vidas demasiado opuestas. Tu escasa familia, la mía tan desmesuradamente amplia; tu coche impecable, mi vieja bicicleta; tu enorme economía, la mía más bien insuficiente.
No entiendo cómo ocurrió, no teníamos nada en común, ni siquiera compartíamos los mismos gustos musicales. Pero de pronto tu actitud cambió. Dijiste que la culpable de todo aquel cambio había sido yo; que esa forma brusca que tenía de hablarte había sido la causante de todo lo que pasó después. Y que ninguna chica te había hecho sentir como yo lo hacía.
Así que irremediablemente me acabé enamorando de ti. Me enamoré de tu sonrisa perfecta y de tus inconfundibles ojos azules.
¿Qué pasó entonces? Yo creía que a pesar de nuestras diferencias todo era genial entre nosotros. Pero estaba equivocada. Pensé que no importaba que nuestras vidas fueran tan distintas. Sin embargo yo no encajaba en esas ridículas fiestas lujosas de vestidos de miles de dólares y bebiendo champán. Yo quería vestir mis vaqueros viejos y una sencilla camiseta y beber cerveza.
Eso fue lo que lo complicó todo. Y es entonces cuando creo que ambos debemos seguir nuestro camino. Tú seguir con tu vida de lujos y yo continuaré con la mía de sencilleces.
Los polos opuestos no se atraen lo suficiente.

viernes, 13 de julio de 2012

¿tú o yo?

Dakota se encontraba prácticamente a oscuras en aquel lugar. Miró a su alrededor tratando de buscar un atisbo de que alguien más estaba allí, pero no veía a nadie. Sin embargo, sentía la extraña sensación de ser observada. Volvió a dar una vuelta sobre sí misma y entonces le vio. Él la observaba un par de pasos por detrás, tal y cómo la había visto en su futuro una y otra vez. Pero en aquella ocasión había llegado el momento por el que tanto había temido. Pero allí estaba ella. Tyler sabía exactamente cuales iban a ser sus movimientos, sabía que en la parte trasera del pantalón guardaba la daga que le costaría la vida, sabía cómo iba a suceder todo. Y estaba preparado para ello.
Dakota sacó lentamente el cuchillo de su pantalón y lo empuñó con fuerza. Trató de darle una estacada por la izquierda, tal y como Tyler había previsto. Este con un ágil movimiento consiguió arrancarle la daga de entre las manos. La empujó contra la pared y colocando el brazo sobre su garganta le apuntó con el filo al cuello. Dakota permaneció totalmente inmóvil mientras él clavaba su mirada en ella.
-¿Sabes? Por un momento pensé que no vendrías –habló él sin moverse de su posición.
-Tú mejor que nadie sabías que yo iba a estar aquí, que esto iba a pasar.
-Sí, lo sabía. Lo que no pensé es que te estaría apuntando con una daga en el cuello, pero lo único que querría sería besarte.
Aquello le pilló a Dakota desprevenida.
-Ambos sabemos que lo que ocurrió entre nosotros fue todo mentira, Tyler.
-¿Eso es lo que tú sientes? ¿Qué todo fue una mentira?
-Es que es así. Tú no te acercaste a mí porque yo te interesara, y yo no te seguí el rollo porque me gustabas. Ambos queríamos conseguir algo del otro.
-Pero las cosas cambiaron.
Dakota sabía que todo aquello le costaba más de admitir de lo que quería. Sabía que el acercarse simplemente a él para encontrar la información que querían se le había ido de las manos, y enamorarse de él en aquel momento había sido un problema. Aun así, cualquier cosa que sintiera por aquel chico no podía impedirle seguir con lo que había empezado. Pero no podía continuar observando aquellos ojos sin que su mente recordara todos aquellos momentos que pasó con él.
-Da igual lo que pasó, Tyler. Ya no importa.
-¿Por qué? Sé que todo empezó como una mentira, pero ¿y si ya no es lo mismo? ¿Y si me he enamorado de ti y no soy capaz de hacerte ningún daño?
Ella tragó saliva, sin saber qué contestar. Tyler apartó el brazo de su cuello y deslizó la daga por su torso mientras Dakota se estremecía a cada momento que notaba el filo en su piel. Tyler depositó el cuchillo sobre la mano de ella y se alejó un par de pasos.
-Haz lo que tengas que hacer, entonces. Se supone que uno de los dos no saldría de este encuentro, pero lo siento si no puedo defenderme –se colocó frente a ella y abrió los brazos en señal de rendición-. Vamos –la incitó.
Dakota notaba como sus ojos se anegaban en lágrimas mientras le observaba, sintiendo el peso del cuchillo en su mano. No pudo aguantar más y una lágrima resbaló por su mejilla. Desvió la mirada, sin poder aguantarla sobre él.
-¿No vas a hacer nada? –inquirió Tyler-. Mi muerte es lo que esperabas desde un principio.
El cuchillo resbaló de la mano de Dakota hasta el suelo y ella se cubrió el rostro con ambas manos.
-Está bien, Tyler. No, no puedo hacerlo. Desde el momento en el que he aparecido aquí lo he pensado. Ahora mismo soy incapaz de hacerte daño. Y sabes perfectamente cuál es el porqué. Es porque estoy... totalmente enamorada de ti.
Sin previo aviso él cogió su rostro entre sus manos y le besó apasionadamente. Ella no puso resistencia alguna y pasó los brazos alrededor de su cuello al tiempo que enredaba los dedos en su pelo.