Cuando te conocí pensé que eras
un auténtico imbécil. Tan solo necesitaba dos palabras para describirte,
engreído e hipócrita. No era difícil captar cómo eras, verte en aquel Mercedes
plateado era suficiente, o escuchar de qué manera hablabas con tus amigos en la
cafetería.
Todavía recuerdo cuando te
acercaste a la barra la primera vez para pedir tu habitual capuchino y cómo te contesté ante tus arrogantes intentos de ligar.
Sabía que tus encantos conmigo no
iban a funcionar, pertenecíamos a vidas demasiado opuestas. Tu escasa familia,
la mía tan desmesuradamente amplia; tu coche impecable, mi vieja bicicleta; tu
enorme economía, la mía más bien insuficiente.
No entiendo cómo ocurrió, no
teníamos nada en común, ni siquiera compartíamos los mismos gustos musicales.
Pero de pronto tu actitud cambió. Dijiste que la culpable de todo aquel cambio
había sido yo; que esa forma brusca que tenía de hablarte había sido la
causante de todo lo que pasó después. Y que ninguna chica te había hecho sentir
como yo lo hacía.
Así que irremediablemente me
acabé enamorando de ti. Me enamoré de tu sonrisa perfecta y de tus
inconfundibles ojos azules.
¿Qué pasó entonces? Yo creía
que a pesar de nuestras diferencias todo era genial entre nosotros. Pero estaba
equivocada. Pensé que no importaba que nuestras vidas fueran tan distintas. Sin
embargo yo no encajaba en esas ridículas fiestas lujosas de vestidos de miles
de dólares y bebiendo champán. Yo quería vestir mis vaqueros viejos y una
sencilla camiseta y beber cerveza.
Eso fue lo que lo complicó
todo. Y es entonces cuando creo que ambos debemos seguir nuestro camino. Tú
seguir con tu vida de lujos y yo continuaré con la mía de sencilleces.
Los polos opuestos no se atraen
lo suficiente.
Me ha encantado. Es que refleja tan bien la realidad. "los polos opuestos no se atraen lo suficiente" me he quedado flipada. Toooda la razón!!!!!
ResponderEliminarUn beso!