Ponerte delante del papel en
blanco con el bolígrafo en la mano dispuesta a vaciar tu cabeza. Entonces
aquella melodía comienza a sonar, inundando la habitación entera con el sonido
del piano. De pronto, sin saber por qué narices, los ojos comienzan a
humedecerse y las lágrimas comienzan a resbalar por tus mejillas. Te resistes a ellas a pesar de que te nublan la vista, hasta que finalmente, rendida cierras los
ojos y te dedicas a escuchar la suave melodía mientras lloras en silencio,
todavía sin saber lo que causa esas lágrimas. Te puedes repetir mil veces el
por qué, pero hay ocasiones en las que no hay un por qué, no hay una causa
concreta por la que ahora mismo tus sentimientos hayan decidido salir a flor de
piel y tus ojos se estén desbordando, haciéndote moquear. Simplemente es la
frustración en general, probablemente el miedo. Prueba entonces a dejarte
llevar por el llanto, porque cuando este cese, cuando las lágrimas se hayan
secado en tus ojos, podrás respirar profundamente, sintiendo todo el aire
entrar y salir.
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