domingo, 7 de octubre de 2012

Lo que ocurra después no importa


Aterrizó con el máximo sigilo posible sobre el tejado. Se deslizó silenciosamente hacia la ventana de su habitación, que para su sorpresa permanecía abierta. Se coló por ella. Permaneció unos segundos inmóvil frente a la cama observando cómo dormía plácidamente. Plegó sus alas y se arrodilló frente a al colchón. La observó con nostalgia como si pudiera desaparecer en cualquier momento, como si con solo tocarla ella se esfumaría. Alargó su mano para acariciar su piel. Tocó sus mejillas rosadas y su pelo revuelto. Ella se percató de su roce y abrió los ojos ligeramente. Se encontró con aquellos ojos casi rojizos, pero que la miraban de una forma que nunca antes había visto en él.
Ambos permanecieron en silencio mientras Daemon le acariciaba la mejilla. Hacía poco más de una semana que Danya le había echado de su habitación y desde entonces no habían vuelto a verse. ¿Qué hacía entonces él allí?
Daemon se inclinó sobre ella dispuesto a besarla pero se detuvo a escasos centímetros de sus labios, dudoso. Danya deseó que terminara la acción, sin embargo, otra parte de ella le pedía a gritos que lo apartara de él. Aquello iba a ser mucho más doloroso de lo que se había imaginado en un principio.
Ella permaneció inmóvil, esperando que si él lo quería acabara su acción. Finalmente Daemon juntó sus labios con los de ella. Los movió con delicadeza, tratando de besarla con la máxima ternura posible.
Ella se sorprendió de aquel dulce beso. Esperaba algo pasional como él solía ser, no aquella delicadeza con la que le besaba. Sus labios se movieron por sus mejillas, sus párpados cerrados, su frente, su pelo; hasta que depositó un pequeño beso sobre la punta de su nariz que la hizo sonreír.
-Sé que lo que voy a decir es muy egoísta –murmuró él rompiendo aquel sosiego que se había creado-, pero… no te vayas –hizo una leve pausa y cerró los ojos, parecía que aquellas palabras le costaban más de decir de lo que quería aparentar-. No te quiero perder.
Los ojos de Danya se anegaron en lágrimas mientras le observaba. Se incorporó y dejó que él se arrimara sentándose sobre el colchón.
-Sé que no he sido el chico que tú querías –continuó-. Sé que probablemente te he defraudado mucho más de lo que creo, pero no te quiero perder, Danya.
Esta le observó con asombro. Durante varios segundos ninguno dijo nada. Ella se arrimó a él y le rodeó la cintura con sus brazos hundiendo su rostro cubierto de lágrimas en su pecho. Daemon se mantuvo unos segundos quito con los brazos colgando a ambos lados de su cuerpo. Finalmente la rodeó y la estrechó contra él mientras sumergía el rostro en su pelo, impregnándose de su olor.
Permanecieron durante minutos así, uno abrazado al otro, sin decir una sola palabra. Nunca antes él la había abrazado de esa forma.
Daemon suspiró con resignación.
-No sé lo que estoy diciendo. No me hagas caso.
Danya se separó de él para mirarle a los ojos, temiendo que retirara todo lo dicho.
-Soy un auténtico egoísta, pero no pienso permitir que te quedes conmigo.
Ella le miró sin entender.
-Lo que tienes que hacer es irte, no debería querer retenerte. De hecho puede que lo peor que podría hacer por ti es eso.
-¿Y si yo decido quedarme contigo?
-No te dejaría.
-¿Y si me diese igual lo que tu me dejaras hacer o no?
-Te obligaría a que te fueras.
-Si eres tan egoísta, ¿por qué lo haces? ¿Por qué no me haces quedarme contigo aunque lo mejor sea que me vaya?
-Porque sería incapaz de elegir lo peor para ti.
-¿Cómo sabes que será lo peor para mí?
-Oh, vamos. ¿Cielo o infierno? Nadie absolutamente dudaría en elegir entre una cosa u otra.
-Yo sí –dijo con firmeza.
-¿Por qué?
-Por ti. Porque hasta hace una hora estaba dispuesta a alejarme lo máximo de ti posible y porque en tan solo unos minutos has derrumbado en muro que trataba de construir entre nosotros. Y porque me he enamorado de ti. Eso ya lo sabes, sé que nos escuchabas desde el tejado, por eso estás aquí, por eso me abrazas de esta forma, por eso me besas con ternura.
-Porque sé que es lo que buscas, y que yo no te lo he dado.
-Sigo estúpidamente enamorada de todas formas. Y después de lo de esta noche no puedes esperar que me aleje de ti sin más.
-Es justo lo que espero –cogió el rostro de ella entre ambas manos y le besó-. Yo solo quiero disfrutar contigo de estas semanas que me quedan antes de que te vayas de mi lado. Lo que ocurra después no importa.

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